Pintar me da paz

Pintar me da paz

Pintar me da paz. Los pinceles y pigmentos son el vehículo con los que transformo y expreso profundos y mezclados sentimientos. Es la manera de limpiar el alma, y el cuerpo…

Hace poco más de nueve meses estuve hospitalizada por más de 20 días en el Hospital 12 de Octubre. Le toqué las puertas a San Pedro, sin embargo, el equipo médico de este Centro de Referencia me salvó la vida. Fueron jornadas muy intensas en todos los sentidos. Mucha angustia por el futuro, incertidumbre, singularidad, abandono… Tres cosas me siguen sosteniendo: la fe, la medicina, y el arte. Estando ingresada, bosquejé varias ideas, y todas ellas dan cuenta del estado anímico en que me encontraba.

Estas dos obras que presento, son ya la materialización de alguna de esas ideas. Aún no tienen títulos.

Pintar me da paz

Pintar me da paz

La primera, la planteé como idea a los poco días de haber recibido el alta. Entraba ya el invierno. Los colores naranjas del fondo son alegorías de la instalación hospitalaria. La superficie está marcada por una suerte de laberintos que mientras más se alzan, más se iluminan, hasta alcanzar la totalidad de la luz. Quizá no la veía entonces, justamente por mirar hacia abajo, pero estaba ahí, acompañándome. La figura es muy dramática: está triste, afectada, y recogida, vuelta sobre ella misma, encerrada en su propio dolor.

En el segundo cuadro la figura ya es feto, y es esperanza, aunque los colores sigan siendo oscuros. Permanece el jardín laberíntico, mas se comienza a percibir cierto orden: ya se siente la esperanza, la espera fecunda. Ahora la mujer se pliega sobre ella, pero sólo para darse el tiempo de crecer y madurar lo suficiente como para enfrentarse a la intemperie.

En medio del caos, se gesta el orden y la paz.

Tener hipertensión pulmonar es experimentar esa sensación de soledad y resiliencia. Es buscar la paz para respirar y ser, en medio de un mundo que va a toda prisa; entre gente que no suele esperar. Es ser uno mismo, aunque se quede solo, es cuidarse y cuidar de los jardines que nos rodean, para que sean bosques apacibles, y no laberintos que guarden fieras.

Wendy Ramos Cáceres

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