VIVIENDO CON HIPERTENSIÓN PULMONAR: MI VIAJE PERSONAL
Hace dos años, mi vida dio un giro inesperado cuando me enfrenté a la realidad de vivir con hipertensión pulmonar. Mi historia comienza con síntomas preocupantes que me afectaban incluso antes de darme cuenta de lo que estaba sucediendo. Recuerdo con claridad los días en los que la tos persistente y los problemas respiratorios se convirtieron en una constante en mi vida. Sin embargo, fue durante mi embarazo que estos síntomas alcanzaron su punto crítico.
Fue en noviembre, poco después de descubrir que estaba embarazada, cuando mis problemas respiratorios comenzaron a intensificarse. La tos se volvió más intensa y frecuente, y la sensación de falta de aire se apoderó de mí. En medio de la alegría de la expectativa maternal, me encontraba luchando contra una batalla interna que amenazaba con desmoronar mi bienestar.
Pero fue el fatídico 4 de febrero el día que marcó un antes y un después en mi vida. En ese día, me desmayé y experimenté convulsiones, un episodio que llevó a la intervención urgente de los servicios médicos. Fui llevada de urgencia al Hospital Universitario Fundación Jiménez Díaz, donde los médicos pronto se dieron cuenta de que algo estaba seriamente mal en mi corazón.
Desde allí, fui remitida al Hospital 12 de Octubre, donde comenzó mi batalla contra la hipertensión pulmonar. Dos meses de hospitalización se convirtieron en una montaña rusa emocional y física. Durante un mes y medio, me encontré luchando por mi vida en la Unidad de Cuidados Intensivos (UCI), donde los médicos y el personal médico hicieron todo lo posible para mantenerme con vida. Recuerdo vívidamente el momento en que me dijeron que las posibilidades de sobrevivir eran mínimas, y mis seres queridos se vieron obligados a enfrentar la posibilidad de despedirse de mí para siempre.
Pero contra todo pronóstico, sobreviví.
Hoy, dos años después, sigo en pie, luchando contra una enfermedad que, aunque invisible a los ojos de muchos, ha dejado una marca indeleble en mi vida. Cada día es un desafío personal, una prueba de mi fuerza y resiliencia. A través de los altibajos, he aprendido a valorar cada momento, cada respiración, como un regalo precioso. La hipertensión pulmonar puede haber alterado el curso de mi vida, pero no ha logrado robar mi determinación de seguir adelante, de abrazar cada día con gratitud y esperanza. En esta batalla contra lo invisible, soy una guerrera, una voz que se niega a ser silenciada por la adversidad.
– Clarena Cuartas Casas